Sergio Carrasco estaba furioso, perfectamente sabía que el hecho de que Alejandro respaldara a los Monroy, echaba por la borda su plan, el cual consistía en obligar a Eva a casarse con él a cambio de levantar los cargos que le fueron imputados a su padre.
El plan no tenía fallos, el padre biológico de Eva, estaba más que complacido de usar a esa hija olvidada para lograr colarse dentro de las familias más prominentes en la ciudad, así que por su parte él había dado casi la bendición a Sergio Carrasco.
Lo que ninguno esperaba era que Alejandro Mendoza metiera sus narices en aquel asunto, ya que sabían que no tardaría en desenmascarar a quien hubiese provocado el desfalco en la familia. Ahora debían pensar cómo hacer para que Renato Montes de Oca no los delatara.
- ¿Qué vamos a hacer, Sergio? –preguntó Antonio Díaz preocupado.
- ¡Cálmate! Necesito pensar en nuestro siguiente paso… -dijo Sergio en un tono serio.
- Sergio, ¿Aún seguirá en pie lo que me dijiste de Eva? –preguntó Antonio con