17. Inevitable
Esteban Cazares
—En efecto, usted tiene cuatro meses de embarazo —dijo el doctor mientras retiraba el gel azul del vientre de Marcela.
Ella me miró con una sonrisa de suficiencia, pero yo apenas podía mantenerme en pie.
Sería padre.
Las palabras golpearon mi pecho con un peso abrumador.
No estaba preparado. No estaba en mis planes. Era demasiado pronto.
Pero había algo de lo que sí estaba seguro: a este bebé jamás le faltaría mi amor.
—¿Quieren saber el sexo? —preguntó el doctor, mirándome fijamente antes de dirigir la vista a Marcela.
Ella asintió de inmediato, emocionada.
Yo apenas pude asentir en silencio. Mi corazón latía con fuerza, como si estuviera al borde de un precipicio.
Era una experiencia nueva, única… pero también amarga. Porque no la estaba viviendo con la mujer que amo.
El doctor volvió a aplicar el gel frío sobre el vientre de Marcela y deslizó el transductor sobre su piel.
Fijé la vista en la pantalla.
Una pequeña figura borrosa se movía en el monitor.
Mi hijo.
Una s