28. No tenía otra opción
Christa Bauer
Venir a la mansión de los Sandoval, me causaba escalofríos, se veía tan sola, tan silenciosa, rodeada de sabinos y nogales. Miré a uno de los hombres, apenas bajé de la camioneta y me dijo —el señor la espera…
Asentí sin decir nada. Camine despacio los cinco escalones hasta la puerta principal donde ni siquiera tuve que abrir, pues me recibió el ama de llaves.
—El señor la espera en el despacho, por aquí por favor.
Agradecí el no haberme puesto ese vestido que me envió, mis zapatos eran bajos, pues no pensaba tener que venir a verlo, pero dadas las circunstancias…
La puerta se abrió, pude ver a don Ignacio sentado en su silla de escritorio fumando un puro. Caminé hasta estar frente de la mesa —buenas tardes —saludé sin demasiada emoción, al mismo tiempo el ama de llaves cerró la puerta.
El rostro del hombre era serio, tomaba su puro e inhalaba con estilo y elegancia, su porte y facciones me hacían recordar a Santiago, eso me recordaba que ellos eran familia.
Me miró de a