29. Ya no sería aquella inocente Christa de antes
Christa Bauer
El viento soplaba frío cuando llegué al rancho. El aire cargado de tierra y tristeza parecía envolverlo todo, como si el lugar entero supiera lo que había pasado. Sentí un peso en el pecho mientras bajaba del auto en el que me habían trasladado. Mis manos temblaban, y no supe si era por la fatiga, el miedo, o la mezcla de ambos que llevaba cargando desde la reunión con Ignacio Sandoval. Lo único que sabía era que nada iba a ser lo mismo a partir de ahora.
Al entrar al patio, vi a Margarita y su madre. Sus rostros reflejaban el cansancio, pero también la empatía de quienes sabían lo que dolía perder a un ser querido. Se habían encargado de organizarlo todo: las sillas, las flores, el ataúd en el centro de la capilla que mi padre un día construyó para los funerales de la familia y los empleados del rancho. Margarita levantó la vista cuando me vio.
—Hicimos lo que pudimos, Christa —dijo con suavidad, pero sus palabras me atravesaron como un cuchillo.
Asentí sin hablar. Mi g