Todo ese tiempo había estado estudiando al Este desde la sombra, cada guardia, cada rutina, cada punto débil, cualquier macho que Alessandro había ascendido. Las grietas que la manada intentaba ocultar bajo disciplina. Toda la información llegaba a sus manos a través de sus lobos de confianza, silenciosos, invisibles para cualquiera que no conociera su existencia.
—Alessandro no quiere guerra —dijo Stephano—. Pero tampoco se rendirá sin defender lo que cree que está protegiendo.
Cassian por fin levantó la mirada. Sus ojos brillaron como un animal a punto de emprender la caza.
—Entonces que lo defienda. Eso no cambiará el final.
El mapa frente a él mostraba tres puntos estratégicos y Cassian comenzó a dar órdenes, ellos eran menos, pero eran lobos antiguos, con más experiencia y los habían estudiado, tenían ventajas claras, pero no por eso iban a subestimar al enemigo.
Esa noche, la luna estaba en su punto más alto cuando Cassian dio la orden, sus lobos se deslizaron como sombras, no s