Un sonido lejano captó la atención de Cassian que seguía pegado a Katherine.
No fue un sonido cualquiera.
Fue un aviso.
Uno que Cassian reconoció de inmediato.
Él era un macho que había conocido demasiadas guerras, como para ser engañado.
Sus ojos se endurecieron, sus sentidos se agudizaron y su cuerpo se tensó.
Cassian reaccionó en menos de un latido.
Sus ojos se volvieron brillantes y su cuerpo se tensó, se movió de una manera sumamente rápida mientras se interponía entre Katherine y el peligro.
—Quédate detrás de mí —ordenó con voz baja, letal, helada, sin mirarla siquiera.
Pero aunque Katherine no respondió. Ella también los había olido. El hedor a lobo desconocido, a guerra, a problemas.
Su cuerpo ya se había tensado, algo dentro de ella le avisó, aunque su loba no estuviera presente en ese tiempo sabía que se trataba de ella, pero sus reflejos, sus músculos, su instinto... estaban alertas. Herencia directa de su linaje.
Todo ocurrió tan rápido que por un segundo el aire mismo pa