La voz de Kian cortó el aire como un mandato cargado de autoridad y rabia que haría que cualquier lobo se estremeciera, pero el macho frente a él no pareció intimidado. Sus ojos azules oscuros se clavaron en Cassian, no había curiosidad en su mirada, solo instinto puro, un macho extraño tenía las manos sobre su nieta y eso bastaba para marcarlo como enemigo. Se interpuso de inmediato entre Cassian y Katherine con su cuerpo ancho y sólido.
Kieran tenía la mandíbula tensa pero enseguida extendió la mano hacia Katherine rozando el brazo de su hija en un gesto protector, asegurándose de que estuviera a salvo antes de siquiera considerar el enfrentamiento. Su postura era firme, pero su prioridad era clara, Katherine primero, el intruso después.
—¿Estás bien, cachorrita? —preguntó su padre de inmediato.
Katherine no apartó sus ojos de la espalda de su abuelo temblorosa, su pecho subía y bajaba con rapidez.
—Estoy bien.
Asher observó al otro lado de su hermana en silencio, primero a ella y l