Volvió a besarla.
Más profundo, más crudo.
Esta vez con más urgencia.
Cassian la sostuvo aún más cerca, sus manos recorriendo la curva de su espalda, no había suavidad innecesaria, no había complacencia. Solo necesidad cruda, posesiva, pasión que no podía contener.
El beso volvió a intensificarse, con movimientos que eran posesión y entrega al mismo tiempo.
El mundo podía esperar.
La guerra podía esperar.
Sus cuerpos, sus pensamientos, sus emociones, su amor y deseo, todo se había fundido en ese crudo y apasionado beso.
—Siempre supe que tenías fuego —murmuró contra sus labios—. Pero esto...
Cerró los ojos, respirándola.
—Esto es otra cosa.
Ella tragó saliva con el corazón galopando en su pecho.
—Y antes de que lo niegues, perfectamente sé que esto no es por venganza. Es por mí, por nosotros. Pero te advierto algo, Bambi —Cassian bajó la mirada a su boca—. Si me dejas tocarte... ya no habrá vuelta atrás.
Katherine sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo.
Sabía que era verdad.
Sab