Capítulo 6 — Marcas bajo la piel
El amanecer se filtraba débilmente por las cortinas del pequeño departamento. Un haz de luz se deslizaba hasta la alfombra, iluminando el rostro dormido de Lyra. En sus mejillas aún se notaban los rastros de los golpes: un moretón amarillento bajo el ojo derecho, una herida fina en el labio inferior, y el cuello enrojecido, testigo mudo de la violencia sufrida, luego de su paso por el hospital y tras saber que ambas estaban bien habían regresado al departamento de Nora.
La habitación olía a hierbas secas y pomadas curativas. Nora había pasado la noche a su lado, aplicando compresas y limpiando las heridas con ternura.
—Solo descansa —le había dicho antes de irse a dormir a su habitación. Nora no vivía en el campus, ella tenía dinero suficiente para vivir en su propio departamento a solo unas calles de la universidad—. Ya estás a salvo.
Pero Lyra no lo sentía así. Cada vez que cerraba los ojos, revivía el forcejeo, el aliento ajeno sobre su piel, el