Capítulo 10 — Cuestión de vida o muerte
La ciudad humana despertaba lentamente bajo un cielo grisáceo, salpicado por la llovizna fría de invierno que golpeaba los adoquines y los techos. Los coches pasaban raudos, los transeúntes cubiertos con bufandas y abrigos, ajenos al pequeño secreto que dos jóvenes recién llegadas escondían entre ellos.
Lyra y Nora caminaban por la acera, sus pasos crujían sobre charcos helados mientras ajustaban los abrigos a sus cuerpos. El olor a pan recién horneado se mezclaba con la humedad de la lluvia, y Lyra respiró profundamente, sintiendo cómo el aire humano la envolvía y, por un instante, borraba la presión en su pecho que había arrastrado desde la manada.
—Bien, lo primero es buscar un lugar donde quedarnos —dijo Nora, con una determinación que contrastaba con su rostro juvenil—. Por suerte, tengo un poco de dinero guardado, así que podemos alquilar algo decente.
Lyra asintió, intentando no pensar demasiado en todo lo que habían dejado atrás. La