Las chicas se arreglaron el cabello en el salón y luego cada cual fue a casa a terminar con el atuendo. Helena se duchó y luego se puso ese vestido de seda pura azul profundo que habían conseguido hacía unos días atrás. El color le sentaba perfectamente y realzaba el tono de sus ojos. La hacía ver más blanca y el fuego de su cabello se veía salvajemente sexi.
Trabajó un poco en el maquillaje, en verdad no era buena con las brochas y los pinceles, la buena para eso era su madre, incluyendo al maquillaje, pero hizo lo mejor que pudo.
Se aplicó un sombreado ahumado con tonos tierra y un lápiz labial brillo, color muy suave y natural. Estaba hermosa, incluso ella misma se sorprendió de lo bien que lucía, y que ella pensara eso de sí misma era apoteósico.
Pronto su madre entró para verla convertida en toda una reina del baile.
— ¡Q