Abby había estado llamado con insistencia al teléfono de Helena, pero ella en realidad no quiso contestar, no tenía nada emocionante que contarle a la rubia.
¿Qué le iba a decir? ¿Qué Vasil había estado a punto de besarla y que a último minuto se arrepintió?
¡No!, no iba a pasar por esa vergüenza ni porque ella fuera su mejor amiga.
Se acomodó con el rostro enterrado en la almohada y después de casi deshidratarse de tanto llorar, se había quedado dormida.
Comenzó por tener una vista aérea impresionante, un bosque fresco y frondoso con un aroma exquisito a pino silvestre. El aire cálido golpeaba contra ella de forma agradable. Dio un vistazo hacia abajo, y fue cuando lo vio. El fuego.
Se había apoderado de una construcción hermosa, hecha de piedra pulida, elegante, pero no ostentosa, de líneas rectas como la arquitectura romana, el jardín y los campos de trigo ardían como paja y la casa crepitaba por dentro.
La sintió extrañamente famil