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capitulo 3. ¿Qué le estaba pasando?

—Pero mi señor, ¿no hay manera de que intente tener hijos con otra mujer?

—Créeme que lo pensé, pero es inútil. Mis hijos serán verdaderos alpha si los tengo con mi luna.

Drago se pone en pie puesto que ya estaba perdiendo la cabeza con aquel asunto de su luna, tenía tantas cosas en las que pensar y ahora se le sumaba el asunto de su pareja.

—¿Y dónde está la chica?

—Eso es lo peor de todo, es la camarera, la que trae la comida de la cafetería.

Izan se sorprende por su contesta, era una humana y encima de eso débil y pobre.

—¿No tiene fortuna?

—No tiene nada. Es una simple chica común y corriente, como cualquier otra.

—¿Qué piensa hacer entonces?

—Vigilarla bien.

El CEO no pretendía dejarla ir a fin de cuentas era su luna y no la podía dejar desamparada, sin embargo, se estaba pensando mucho la idea de tener cachorros con ella.

¡No podía hacerlo!

En eso tocan la puerta y por esta aparece su secretaria.

—Señor Montoya, el señor Ot…

—Mi querido Drago—un rubio de ojos verdes ingresa en su oficina como si nada y sin ser invitado —. Qué bueno encontrarte aquí —ingresa en su oficina mostrando una sonrisa abierta.

—¿Qué demonios quieres Otto? ¿Cómo te atreves a entrar en mi oficina sin que yo lo ordene?

—Somos socios, ¿Qué tiene de malo?

—Este es mi bufet, que te quede claro.

Otto sonríe de medio lado, sus ojos brillaban de una manera amenazante, más Drago sabía que no lo era.

—¿Qué es lo que quieres? —el CEO toma asiento.

—¿Podemos hablar a solas?

—Izan es mi beta, eso ya lo sabes.

—¿Ha aparecido tu luna? —la pregunta inquieta a Drago, sin embargo, él se mostró neutro.

—¿De dónde viene esa pregunta? ¿Por qué la curiosidad tan repentina?

—Bueno, hace mucho que no tocamos el tema y sabes lo que pasara cuando alguno de los encuentre a su luna.

El CEO mira fijamente a su socio, Otto era astuto, la mayor parte de su tiempo se la pasaba buscando a esa chica en poblaciones de lobos, escucho que hasta llego a las montañas en su búsqueda, pero la joven no aparecía.

En cambio, él no la busco, ella apareció sola en forma humana. Y ese era su temo, esa chica rubia era su luna y era débil, si Otto se enteraba que ella llego a su vida en esa forma era capaz de asesinarla.

Necesitaba cuidarla.

—No lo olvido, ya sé que mueres por ser el alpha, pero no creo que se te cumpla el sueño.

—¿Por qué no? —dice acercándose a él de manera intimidante —. ¿Acaso has encontrado a esa mujer?

—No tengo porque darte explicaciones, y será mejor que te prepares, mañana tenemos audiencia.

Otto observa fijamente a Drago sabiendo que le estaba ocultando algo, y sospechaba que era eso, el desgraciado había encontrado a su luna.

—Sí, defender a un héroe que asesino a un humano —se pone en pie —. No debería de estar en la cárcel, ¿y qué tiene de malo que haya matado a esa chica? Ella se lo busco.

—Basta Otto, no nos pagan para que hables sandeces. Sabes que es delito asesinar humanos, por años hemos llevado paz entre las especies, recuerda el tratado que hemos hecho para que podamos coexistir entre todos.

—Sabes bien que los humanos no me importan, los odio a todos y cada uno de ellos, si fuera por mí los asesinaría a todos y me los comería.

—Favor que me harías, ya que no te defendería jamás.

El rubio se ríe a carcajadas debido a su comentario, voltea a mirarlo y es cuando deja de sonreír.

—Eres muy pacifico para ser el alpha, no mereces ese puesto.

—Llevo el equilibrio de las cosas, tu solo llevarías caos.

—Ya veremos cuál de los dos logra ser el líder luego de que encuentre a su luna.

—Dudo que alguna loba acepte ser la madre de tus cachorros.

—Eso lo veremos…

—Ve a trabajar.

Ambos se sostienen la mirada por un momento, luego es Otto quien se retira con toda su insolencia.

Drago solo lo observa y al verse solo tensa la mandíbula.

—Nadie puede saber de ella, si Otto se entera que mi luna es humana la asesinara.

—¿Qué quiere que haga señor?

—Mantén vigilada a la chica, pero se prudente, sospecho que Otto esta sobre mis pasos.

—Sí señor.

Su mano derecha se marcha y Drago se queda pensando en ella. ¿Qué podía hacer ahora para mantenerla a salvo?

[…]

Un fuerte escalofrió recorre el cuerpo de Samanta que la hace sentirse nerviosa e insegura, la joven mira las bandejas de comida y frunce el ceño.

—No es hora de holgazanear, niña. Recoge todo eso y ve a repartir los pedidos.

—Si.

Aquella sensación de miedo la asusto bastante, era la primera vez que se sentía de esa manera. Sin embargo, negó, no podía estar pensando en tonterías cuando tenía tantos pedidos pendientes.

—Estas personas son muy vagas, ¿Por qué no vienen a comer aquí?

—¿A ti que te importa eso? solo haz tu trabajo.

—Sería más fácil atenderlos aquí.

—¿Vas a seguir con tus comentarios ridículos?

—Bien, ya me voy…

Carga con la mochila y se dirige a la salida, una vez más le serviría a ese montón de lobos hambrientos y hasta asesinos. Bueno quizás no todos, pero muchos de ellos defendían a lobos homicidas.

Al entrar en el edificio ya se conocía el camino, como el día anterior repartió toda la comida con éxito en todas las plantas… únicamente le faltaba la peor de todas, la que estaba en el último piso y la que la agotaba demasiado.

En cuanto la rubia llega a ese piso va directo hacia el escritorio de la secretaria, pero esta no estaba en ese lugar.

—¿Dónde demonios esta?

El increíble aroma de su luna inundo la oficina de Drago quien levanto la vista de sus quehaceres, el CEO mira la puerta con cautelas esperando la aparición de esa chica, pero esta no termina por entrar y eso le parece extraño.

 Recuesta su espalda de la silla esperando a por ella.

—Señorita…—Samanta pega un salto al escuchar que le hablan a sus espaldas—. ¿Qué se le ofrece?

—La comida —ella responde, pero en ese momento se encontraba impresionada por la extrema belleza de aquel joven.

—Muy bien, yo se la llevaré —responde el joven beta al notar que la chica parecía inquieta al estar allí parada.

—Si.

Ella ve como el chico toma la charola para encaminarse a la entrada, entre tanto ella no le quita la mirada de encima, sin embargo, en ese momento recuerda que era su momento libre para descansar y comer algo.

¿Qué demonios hacia perdiendo el tiempo allí?

Al salir del edificio se pregunta porque todos esos hombres lobos eran tan atractivos…

[…]

Drago mira la charola ante él y pierde el apetito, esperaba que la rubia fuese quien entrara en su oficina, pero resulto ser Izan quien venía con su comida.

—¿Sucede algo señor?

—La joven, ¿Por qué no entro en la oficina?

—Se quedó en recepción, parecía no querer entrar —el CEO levanta la mirada para ver a su beta.

—¿No quería entrar?

—Eso parecía señor. La vi inquieta.

Drago vuelve la vista al frente, ¿era posible que ella se hubiera enterado de quién era? Le resultaba imposible, solo lo miro por unos minutos y sus nombres no cruzaron en ningún momento entre la escasa conversación que tuvieron.

Lo único en lo que podía pensar era que ella lo conociera por las noticias, su bufet era importante, sin embargo, la noche anterior actuó como si en realidad no lo hubiera reconocido.

[…]

—Hoy el día fue muy pesadooo…—Samanta se queja mientras desploma su cuerpo sobre una silla —. Me duelen mucho los pies, que trabajo tan agotador.

—Puedes renunciar si es lo que quieres —ella mira de reojo al cocinero, ese sujeto era muy pedante.

—¡No lo haré!

—Entonces, no te quejes más.

—Solo expreso mis sentimientos.

—A nadie le importan tus sentimientos niña.

Ella frunce el ceño, era muy amargado, se preguntó cuál sería la razón de tanta amargura.

—¿Puedo preguntarle algo?

—No —responde mientras le da la espalda.

—¿Es un hombre lobo? —igualmente ella le pregunta ya que tenía mucha curiosidad.

En ese instante el cocinero detiene lo que hace mientras mantiene la mirada fija en la comida que estaba empacando.

Entre tanto, Samanta espera impaciente por una respuesta, ella creía que sí lo era, sin embargo, deseaba salir de dudas.

—Te dije que no hicieras preguntas —en eso el hombre se da la vuelta tirando la vianda de comida sobre la mesa —. Ahora lárgate de aquí.

—No debería de ser tan amargado, soy una empleada aquí, no a quien pueda tratar a las malas —responde haciendo un mohín con los labios.

—No me hagas…

—Está bien —dice poniéndose en pie —. Ya me voy, ya me voy.

El cocinero la ve alejarse y en cuanto sale del café niega, luego mira el edificio del frente con aquellas resplandecientes luces que llamaban la atención de cualquiera. Luego gira el cuerpo y vuelve a lo suyo.

—Niña entrometida.

[…]

—Que mal genio tiene, no se le puede preguntar nada porque se pone agresivo. Con estas personas no se puede tratar de manera decente.

Musita la joven mientras camina por la acera, hacia un poco de frío esa noche, pero se lo tendría que aguantar hasta llegar a casa. Su ropa no era lo suficientemente abrigada como para tolerar bajas temperaturas.

Mira hacia todos lados dándose cuenta de que las calles estaban algo vacías, decide apresurar el paso ya que esa noche volvería a tener que caminar hasta su casa. Mientras avanza a lo lejos puede distinguir a una persona sentada en una de las banquetas de la estación del transporte.

Frunce levemente el ceño mientras que poco a poco se va acercando, por suerte no tendría que esperar el transporte con aquel extraño ya que allí mismo debía cruzar la calle. Pero justo antes de que ella pudiera acercarse un más, aquel sujeto se pone en pie.

El corazón de samanta se acelera y decide cruzar allí mismo y saltarse algunas normas para los peatones.

—¿A dónde vas? —pero aquella voz consigue que ella no dé un paso más—. Me parece que por allí no se cruza.

Ella parpadea reiteras veces, su carne se pone de gallina al presentir que aquel hombre se acercaba a ella.

—Has tardado mucho—sus palabras la asustaban aún más. Fue en ese momento que ella gira el rostro para ver a ese hombre que vio la noche anterior.

—¿Tu?

—¿Me recuerdas?

Samanta traga saliva puesto que no entiende que puede querer ese hombre de ella, ¿Por qué estaba justamente en el mismo lugar de la noche anterior? ¿Y porque parecía que la estuviera esperando?

—¿Me esperaba?

—De hecho, si —su corazón late aún más.

—Pero yo lo conozco.

La respuesta de esa chica lo asombra, ¿estaba jugando con él? ¿O decía la verdad? ¿Debía de creerle?

—¿No lo sabes?

—¿Por qué esta aquí? ¿Me está persiguiendo?

—Quiero saber cómo te llamas.

—Eso no es de su incumbencia, ni siquiera sé quién es.

Para ser una humana era bastante altanera… el CEO frunce el ceño y justo en ese instante comienzan a caer sobre ellos millones de gotas de agua. El alpha mira hacia el cielo ennegrecido para recibir las primeras gotas de agua en su rostro.

—Lo que me faltaba.

En cuanto el escucha la voz de aquella rubia baja la vista para verla correr la calle alejándose de él y mojándose con la lluvia.

Drago corre a su coche para ponerlo en marcha e ir detrás de ella, una lluvia no arruinaría su plan de saber más de esa chica…

Al acercase a ella rueda el coche a su lado yendo lentamente, baja el vidrio y la mira mientras la joven trota bajo el aguacero y hace amago de respaldar su cabello de la lluvia con sus pequeñas manos.

—Puedo llevarte.

—No gracias, no me agradan los extraños.

—Sube al coche —demanda y justo en ese momento ella se detiene en seguida, lo que la lleva a fruncir la mirada.

Samanta gira el rostro para ver el interior del coche divisando la poderosa mirada azulada de ese hombre, ¿Qué demonios le estaba pasando?

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