Pov Bastian
Esta mujer es una manipuladora atrevidamente hermosa. Parece que ya sabe todo el maldito control que tiene sobre mí y lo usa todo a su favor.
Quisiera tocarla, tomar esos pechos que se mueven de forma sensual justo en mi cara, pero la muy condenada me dijo que si la llegaba a tocar solo con un dedo, no me dejaría acercarme a ella por mucho tiempo.
Gruño frustrado, pero al mismo tiempo extasiado de ver a mi hembra restregarse sobre mí, buscando ese punto que la lleve a la pura gloria.
«Te aseguro que a nosotros nos dejará con las ganas; les gusta torturarnos».
«Creo que más bien depende de la respuesta si nos deja con las ganas o no».
Aprieto con fuerza el borde de la tina y estoy casi seguro de que mis nudillos están blancos por tanta presión.
Sus labios están entreabiertos, dejando salir varios gemidos que me tienen al límite, sus ojos cerrados disfrutando de la sensación del roce de nuestros genitales.
El calor sigue aumentando en la habitación de baño; el vapor