CAPÍTULO 26: VUELO INESPERADO
El motor de la camioneta rugió como un animal herido cuando Yaroslav pisó el acelerador, dejando atrás la cabaña y a la mujer que ahora le latía como una segunda herida en el pecho. Cristel. Su nombre le quemaba los labios e incluso en su mente. Y la hija que ahora que sabía qué tenía. Una niña a la que apenas sabía su nombre, pero por la que ya estaba dispuesto a arrancarle el corazón a Brandon Barrett con sus propias manos.
El teléfono vibró en el asiento, era Bogdan. Lo había dejado en la cabaña después de que le ordenó que se quedara a cuidar a Cristel, que no le quitara los ojos de encima ni un segundo.
—Tenemos un problema.
La voz de su hombre resonó tensa y urgente.
—Habla.
—Barrett no está en Chicago. Voló a Nueva York hace tres horas.
Mierda.
Bogdan apenas había recibido una llamada rápida de uno de los hombres que enviaron a vigilar a Brandon en un su apartamento. En cuanto le avisaron que el hombre había salido de la ciudad, no lo pensó mucho