Lena caminaba unos pasos detrás de él, observándolo en silencio mientras cruzaban el pasillo hasta el despacho. Kerem no necesitaba guía. Su andar era seguro, cada paso medido, conocía el camino de memoria y lo demostraba con cada paso.
Conocía cada rincón de esa casa como si los muros le hablaran. Su presencia era imponente incluso sin verla. Lena tragó saliva cuando él empujó la puerta del despacho con la palma abierta y caminó hasta el escritorio de madera oscura, deteniéndose justo frente al borde.
Se apoyó con ambas manos, los dedos largos aferrándose al canto pulido. No necesitaba verla para que ella sintiera la tensión que colgaba en el aire.
—Cierra la puerta. —La orden no tenía volumen, pero sí peso.
Lena obedeció sin discutir. El sonido de la cerradura fue como un latido fuerte en su oído. Luego se giró hacia él, dando un par de pasos hasta quedar a una distancia prudente. Kerem seguía con la cabeza levemente agachada, mientras su expresión parecía mucho más tranquila de lo q