La Familia Ghazaleh, tiene una tradición, "el hijo primogénito debe casarse con una joven Virgen", para ellos los matrimonios arreglados son una tradición que ha estado presente de generación en generación. ¿Lo peculiar? Que no eligen a la hija importante de alguna familia que se maneja en su mismo círculo social, tampoco a una mujer exuberante y millonaria de alta clase social. Karim solo cree que sus padres desean verlo casado con una mujer fuera de los focos y de reputación intachable, pero la turbia realidad es que le presentan a una joven Virgen, que fue robada, a quien deberá desposar. El hombre de negocios, rico y frío, será la cruel pesadilla de Juliette, quien deberá vivir atada al millonario, en una jaula opresora, y más cuando él le exige que debe darle un hijo.
Ler maisSu Lado Oscuro
Su cuerpo temblaba, atrapada en la cajuela de la parte trasera de un auto. Podía sentir la intensidad de la presión en su pecho, el miedo de acabar muerta, como tantas veces imaginó.
El movimiento del auto se acabó, lo que indicó que llegaron. Fue bajada con dureza de allí y llevada a un lugar desconocido a rastras.
—¡Camina! ¡Mueve el trasero! —escupió el hombre a sus espaldas.
El trato hostil no paraba desde que esos hombres la forzaron a subir a la camioneta.
Juliette tenía el presentimiento de que su destino le puso punto y final a su vida.
Mientras tanto, Karim Ghazaleh, el apuesto y exitoso CEO conocido por ser implacable, caminaba seguro de sí mismo, a través de las instalaciones de la compañía, por dentro era un hombre andando entre las sombras, tratando de escapar de la presión que su apellido y su familia ejercían sobre él.
—Señor, corrí la fecha que me pidio de su itinerario, está completamente arreglado —informó la asistente.
Él arqueó una ceja.
—¿Te di la orden?
—Ayer lo hizo, tengo el correo que lo confirma.
—De acuerdo, lo olvidé, vuelve a tu lugar, Diana ¿no ves que estoy ocupado?
Ella frunció el ceño.
Solo caminaba, no hacía nada. Pero prefirió quedarse callada, en lugar de expresarlo.
—Como ordene señor.
"Estoy embarazada" —leyó el mensaje repentino, quedándose aturdido.
—Maldita sea —siseó.
"¿Y? Solo deshazte de él, Paulina, a mi déjame en paz".
Al rato su teléfono vibró otra vez.
"Lo haré, no quiero tener en mi vientre el hijo de un monstruo"
Él chasqueó la lengua.
—¿Un monstruo? No ha hecho más que describirme a la perfección —musitó continuando como si nada.
Ingresó a su despacho, clavando la vista sobre el folio negro. "El recordatorio especial de su padre".
El desagrado adornó su expresión.
—Casarme con una virgen —bufó.
Sí, la Familia Ghazaleh, tenía una tradición arraigada que pesaba sobre los hombros del primogénito: casarse con una joven virgen.
Sin embargo, Karim no compartía la misma visión "conservadora" de sus padres. A pesar de haber crecido rodeado de lujos y privilegios, anhelaba vivir su vida sin ataduras ni imposiciones.
Y fue precisamente esa rebeldía la que lo llevó a involucrarse con una mujer adinerada, cuyo nombre prefería enterrar. Ahora ella estaba esperando un hijo suyo, pero ninguno de los dos estaba inclinado a la idea de concebir el bebé.
***
Regresando a casa aquella noche, Karim esperaba enfrentarse a un sermón por parte de sus padres sobre la importancia de mantener las tradiciones familiares. Sin embargo, lo que le aguardaba era mucho más turbio y perturbador.
Al entrar en la majestuosa mansión familiar, Karim fue recibido por sus padres con semblantes serios y miradas cargadas de significado. Sabía que algo estaba a punto de cambiar drásticamente en su vida.
—Karim, necesitamos hablar contigo. Hemos encontrado a la joven que será tu futura esposa —declaró.
Karim no se quedó atónito. Ya lo sabía, porque su padres nunca habían demostrado cierta flexibilidad en cuanto a las tradiciones, ellos estaban dispuesto a obligarlo a casarse con una desconocida. Y él expiró.
—¿Pero cómo es esto posible? ¿Qué hay de mi libertad para elegir a mi compañera? Ah vale, no la tengo, ciertamente ustedes ya lo han decidido todo. ¿No es así? —dramatizó.
—Hijo, solo haz lo que dice tu padre, por favor —pronunció su madre con la voz cargada de pesar.
—Pero ¿por qué no puedo casarme con alguien que yo elija? ¿Por qué me imponen esta decisión? Es solo una tradición, deberían dejarlo pasar. No quiero hacerlo.
Raid se frotó la sien.
—¿Y crees que yo no lo hice?
Karim miró a su madre de inmediato. Ella era la esposa que fue elegida para su padre.
Entonces suspiró.
—Esto es absurdo.
Mirella estaba un poco incómoda, y más por el hecho de haber sido una vez, "la virgen" que fue entregada a Raid. Ahora, era el turno de su hijo.
—¿Es ella alguien que ha sido arrebatada como mamá? —lanzó serio.
Una sonrisa apareció en los labios de su progenitor.
—Karim, esta joven es especial. No sabemos si proviene de una familia respetable, pero es una chica sumisa y dócil. ¿No es eso aún más interesante?
Mirella tragó grueso.
Aquello encendió la chispa de la curiosidad en su interior, no le importaba si era una tradición arcaica o si por darle continuidad a la misma, jamás sería feliz.
De todos modos no era como los demás. Sí, lo ahneló, deseó con todo su corazón poder soltarse de las cadenas de la imposición y reglas por doquier. Pero heredó de su padre un lado implacable, ese que despertaba de pronto.
Se guardó preguntas como: ¿Y qué hay de mis sentimientos? ¿No importa si amo o no a esta mujer? Doble inquisición que se esfumó al contemplar el dominio que tendría sobre esa joven. No pensaba ya que si en lo más profundo de su corazón, alguna vez encontraría la verdadera libertad y el amor verdadero en su vida.
Viendo el lado divertido de la situación, él podría ser cruel con esa joven, al mismo tiempo al hacer lo que su padre demandaba, conservaría su buena posición social, las riquezas y placeres que se le servían en bandeja de oro.
—Estamos seguros de que una vez te conozca, encontrarás la felicidad en este matrimonio.
—¿Felicidad? Por supuesto —soltó dibujando una sonrisa falsa.
En ese momento llamaron a su padre. Y se alejó sosteniendo la conversación telefónica.
Karim sabía que no tenía más opción que aceptar la situación impuesta por su familia. Su madre seguía allí.
—Madre...
—Sé bueno con ella, Karim. No seas como tu padre —emitió con voz temblorosa —. No le hagas pasar el mismo infierno que yo viví al principio.
—¿Solo antes? Sigue siendo igual, madre. Te has casado con un monstruo, pero ese hombre es mi padre, por mis sangre también corre su oscuridad. ¿Cómo puedes esperar que sea lo opuesto a él? Ni siquiera has podido convencerlo de olvidar esa ridícula tradición.
—Hijo —intentó detenerlo, pero él se soltó con brusquedad.
***
Karim entró al bar con paso decidido, buscando un poco de distracción después de la conversación con sus padres. La música resonaba fuerte en el ambiente, creando una atmósfera vibrante y llena de energía.
Mientras buscaba un lugar para sentarse, Karim notó a alguien familiar en la barra. Era Alex, un viejo amigo que no veía desde hace mucho tiempo. Con una sonrisa en el rostro, se acercó y le dio un fuerte abrazo.
—¿Cómo has estado?
—No he dejado de trabajar.
—Disculpa —mencionó sacando el teléfono —. Sí.
—Alexander, la chica será traída en media hora. Ven a verla, puedes divertirte un rato con ella, pero no te cruces la línea.
En la boca del sujeto se formó una perversa sonrisa.
—No me digas eso, que me emociono. Pero ella es intocable. No voy a meterme en problemas con el comprador.
—¿Raid Ghazaleh?
—¿Qué? —miró a Karim y decidió levantarse de allí, se disculpó tomando distancia —. ¿Cómo sabes que es él?
Desde su lugar miraba a Karim, él no tenía idea de que estaba involucrado en todo ese asunto.
—Es él, Raid Ghazaleh, ha comprado a la virgen para su hijo, ya sabes, el temible Karim, el CEO implacable —agregó liberando una carcajada.
Aquello resonó en sus oídos.
Al cabo de un rato, se encontraban sumidos en la oscuridad del cine, disfrutando de una película que, aunque no era más que un entretenimiento pasajero, se tornaba en un momento especial gracias a la intimidad de la sala reservada solo para ellos. A pesar de que la joven consideraba que tal exceso era innecesario, no podía negar que la soledad compartida resultaba, de algún modo, reconfortante.Después de la función, decidieron pasear por Central Park, disfrutando de un helado mientras la brisa fresca de la tarde acariciaba sus rostros. Era un plan sencillo, carente de grandes pretensiones, pero para ellos, cada instante compartido se convertía en un tesoro invaluable, una celebración de la conexión que florecía en medio de la cotidianidad.Transcurrieron unos minutos en silencio, un silencio que, lejos de resultar incómodo, se llenaba de una complicidad tácita. Sin embargo, Dominic sintió la necesidad de romper esa calma, de abordar un tema que lo inquietaba.
Esa mañana, los Hoffmann se preparaban meticulosamente para el proyecto de la galería. Dominic había estado un poco ansioso desde el amanecer; a pesar de que sabía que todo saldría bien, no podía evitar la inquietante sensación de que algo podría arruinar el evento.Se encontraba en la sala, aguardando a que el resto de su familia se uniera a él, cuando, de repente, vio descender las escaleras a Violet. Ella lucía un hermoso vestido rojo que se ajustaba perfectamente a su figura, acentuando sus curvas apenas marcadas, lo que lo volvió loco de deseo."Será difícil concentrarme hoy", pensó con un suspiro resignado.—¿Nervioso? —preguntó la joven al llegar a su lado, sonriendo de manera encantadora. Sus labios, pintados de un rojo intenso, capturaron la atención de Dominic, deslumbrándolo.Dominic sacudió aquellos pensamientos que lo incitaban a probar esos labios de nuevo y apartó la vista de Violet, fingiendo revisar la hora en su reloj.—Un poco, sí —admitió, encogiéndose de hombros—.
Horas más tarde, Dominic se encontraba al volante, conduciendo con una furia contenida hacia la empresa de los Klein. Sus manos apretaban el volante con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron de un blanco pálido, reflejando la tormenta de emociones que bullía en su interior.La revelación que había recibido de Sebastián, el hermano de Sofía, lo dejó atónito.«Ella no estaba embarazada» las palabras se repetían una y otra vez en su cabeza.Todo había sido una farsa elaborada, una mentira diseñada para manipularlo y, de alguna manera, atraerlo de vuelta a su vida. Los resultados que Sofía le había mostrado no eran más que un engaño, y lo más inquietante era que el doctor, el supuesto profesional de confianza, también era cómplice en esta trama. La indignación ardía en su pecho como un fuego incontrolable.Dominic había intentado escuchar a Sebastián, quien le explicaba los detalles con una voz tensa, pero la ira lo había consumido. No era capaz de procesar la traición que había estad
Al despertar, Violet se sintió invadida por los recuerdos de la noche anterior, que llegaron a su mente como un balde de agua fría. No podía creer que había confesado sus sentimientos a Dominic; y, para colmo, había olvidado que él, a diferencia de ella, estaba sobrio y, sin duda, recordaría cada palabra.—No debí haber bebido, qué estúpida... —murmuró para sí misma, cuestionándose cada una de las decisiones que había tomado la noche anterior.Todo había comenzado en el bar, donde se encontraba con sus compañeros de trabajo. Sebastián había decidido quedarse a su lado en la barra mientras los demás disfrutaban de la pista de baile. Aunque sabía que el alcohol no era su mejor aliado, decidió beber un poco de vodka. Sin embargo, un trago se convirtió en varios más después de escuchar las revelaciones de Sebastián, quien ya había estado embriagándose mucho antes que ella.«Mi hermana no está embarazada, todo ha sido una farsa para engañar a Dominic», fueron las palabras que resonaban en
Dominic observaba la copa en su mano, el sonido del hielo golpeando el cristal era el único ruido que rompía el silencio en su oficina. Había pasado un buen rato allí, revisando los detalles de la galería para la exhibición que se llevaría a cabo en unas semanas. Sin embargo, el mensaje de Sebastián lo había dejado sumido en sus pensamientos. La urgencia en el mensaje le daba la impresión de que algo importante estaba por revelarse.De repente, el sonido de su móvil lo sacó de su ensimismamiento. Extendió la mano hacia la mesa y frunció el ceño al ver que la llamada era de Violet. La confusión lo invadió mientras decidía atender la llamada.—¿Hola? —preguntó, sintiendo que un presentimiento ominoso le advertía que algo no estaba bien.—¿Es usted Dominic? —inquirió una voz masculina, haciendo que una tensión recorriera su cuerpo.—Sí, así es. ¿Quién es usted y por qué tiene el móvil de Violet? ¿Dónde está ella? —se levantó de su asiento, sintiendo cómo la sangre comenzaba a bombear con
Habían transcurrido dos meses desde que Violet había comenzado a trabajar en Artistry Dreams, un lugar donde, a pesar de su corta estancia, ya se sentía parte del equipo. Con el año llegando a su fin, sus compañeros habían organizado una salida para disfrutar juntos. Habían decidido ir a un bar a pasar un rato ameno.—¿Nos vemos más tarde? —preguntó Kendra, aprovechando que su jefe había salido de la oficina para atender una llamada.Violet ladeó la cabeza, mirándola con cierto recelo, y asintió. Aunque no tenía ganas de salir y deseaba llegar a casa para descansar, había un motivo más fuerte que la pereza: no quería encontrarse con Dominic. Había estado evadiéndolo, a pesar de que compartían el mismo techo, lo que resultaba complicado.—Puedo pasar por ustedes, chicas —ofreció Jaime, el rubio del grupo.—Genial, ¿qué dices? —Kendra compartió una mirada con Violet, buscando su aprobación. Esta se encogió de hombros, aceptando de sin muchas ganas. Sin embargo, Sebastián interfirió en l
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