68.

Noté como Alejandro apretó con fuerza mi mano. Sabía exactamente lo mismo: Nicolás no podía verlo porque podría reconocerlo. Yo me volví hacia Nicolás, que se acercaba. Estaba perfectamente vestido con su traje y su corbata.

— Sí, quise llegar temprano hoy — le dije, cubriendo con mi espalda a Alejandro para que Nicolás no lo viera.

El corazón me latió con fuerza. Nicolás clavó sus ojos en mí, y yo supe que algo no estaba bien. Cuando lo vi, su mirada me decía muchas cosas sin decirlas, pero en ese momento estaba tan asustada que no fui capaz de entender nada.

— Ya puedes irte, Vladimir — le dije a Alejandro para que se marchara en ese preciso instante.

El hombre dio la vuelta y se introdujo en el auto. Pero entonces Nicolás avanzó los pasos que le faltaban para alcanzarme. Me dio un sonoro beso en la mejilla y miró a través de mi hombro al hombre que estaba ahí, en el asiento del conductor. Entonces sus miradas se encontraron. Pude verlo perfectamente, pude ver cómo Nicolás fruncía
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