Capítulo 139: Las Raíces y el Vuelo.
**Alejandro**
El viento suave de la tarde se cuela entre los árboles del parque que alguna vez fue un terreno olvidado detrás del Club Campestre. Hoy, convertido en jardín y mirador, es uno de nuestros rincones favoritos para caminar sin prisa.
—¿Quieres que la cargue yo, papá? —pregunta Iris, con esa seriedad dulce que le sale cuando quiere parecer grande.
—Claro —le digo, entregándole a Alma con cuidado—. Pero si se te alborota, me la devuelves.
Ella asiente como si estuviera aceptando una misión de Estado, y acomoda a su hermanita sobre la cadera con una destreza que me derrite el alma. Alma suelta una risita chillona, fascinada con su hermana.
Las veo a las dos, y por un instante no entiendo cómo llegamos hasta aquí. Cómo sobrevivimos tanto. Cómo seguimos creyendo.
Me acomodo en una banca de piedra, con vista al campo de golf que alguna vez sentí ajeno. Y ahora… ahora es simplemente un recuerdo.
—¿Quieren que les cuente algo? —pregunto.
Iris se sienta a mi lado con Alma en brazos.