Epílogo: El Hilo Invisible.
**Iris**
A veces siento que esta historia no empezó cuando nací… sino mucho antes.
Antes de que mis papás se cruzaran en una gala de vestidos negros y discursos vacíos, antes de que fundaran ORIGEN, antes incluso de que decidieran que querían sanar algo en el otro.
Creo que yo nací del deseo.
Del deseo de volver a creer, después del dolor.
Porque mi mamá me lo dijo una vez, en voz baja, un día que se quedó mirando el jardín sin parpadear:
—Estuve a punto de irme. De renunciar a todo. A tu papá. A la vida.
Y no lo dijo como quien pide lástima. Lo dijo como quien sobrevivió.
Muchos no lo saben. Pero hubo una época, cuando yo tenía seis años, en la que papá dormía en el estudio y mamá dejaba los platos sin lavar por días.
Yo lo recuerdo todo. No me lo tienen que decir.
Recuerdo los gritos ahogados tras las puertas, los abrazos de tía Mónica que duraban más de lo normal, la forma en que Alma, que era apenas una bebé, lloraba como si sintiera el desajuste del mundo.
Y recuerdo cómo volvier