Capítulo 137. El Legado.
**Carlos Alberto**
Siempre creí que el legado era una línea recta: construir, heredar, proteger el apellido. Me enseñaron que el deber se transmitía como un testigo en una carrera de relevos. Sin pausa. Sin debilidad.
Pero ahora, mientras observo a mis nietas jugar en el jardín, entiendo que estaba equivocado.
El legado no es lo que se deja.
Es lo que se comparte.
Lo que se vive.
Lo que florece después del error.
—¿Estás bien? —preguntó María Clara, sentándose a mi lado con una taza de café—. Estás muy callado.
—Los estoy viendo —respondí sin apartar la mirada de Iris y Amara, que jugaban con palos y hojas como si fueran tesoros—. Y estoy pensando… en lo que no supe ver antes.
—¿Y qué ves ahora?
—Que no hay nada más importante que esto. Que después de todo… sobrevivimos.
Ella me tomó la mano. Su tacto siempre había sido firme, pero en los últimos años, después de tantas tormentas, se había vuelto también un ancla.
—Camilo me habló —dije—. Me contó que va a crear una fundación con ORIG