Capítulo 118. El Silencio que Quema.
**Alejandro**
El sol de Medellín caía oblicuo sobre la terraza. Valentina estaba sentada frente a mí, con las piernas cruzadas, hojeando una libreta de bocetos. Tenía el cabello recogido en un moño desordenado, y esa expresión suya entre calma y concentración que tanto me gusta. La tela de lino sobre sus piernas parecía una extensión de su piel.
Yo solo la observaba. Respiraba con ella. Por fin, después de tanto, había días así.
Días que no dolían.
Hasta que sonó mi celular.
Camilo.
Lo supe antes de contestar. Lo supe por el peso en el pecho. Por el presentimiento que ya no era miedo… sino presagio.
Contesté.
—¿Camilo?
Silencio al otro lado.
—¿Estás solo? —preguntó, con una voz distinta. Más áspera. Más grave.
—Estoy con Valentina —respondí, incorporándome—. ¿Pasó algo?
Ella alzó la mirada de inmediato. Me observó en silencio, leyendo mi rostro como si fuera un lenguaje propio.
Camilo respiró. Luego dijo:
—Juan José está muerto.
Sentí cómo el mundo se detenía un segundo