**Camilo**
La llamada llegó a las 2:47 de la madrugada.No me sobresalté. Ya no me sobresaltaban las madrugadas. En esta guerra, las noches eran solo otro escenario más.Me levanté sin hacer ruido. Laura dormía profundamente, abrazada a la almohada. Fui al estudio, cerré la puerta, y contesté.—¿Sí?Una voz, sin nombre ni tono reconocible, habló al otro lado.—Se acabó.Nada más. Nada menos.—¿Dónde?—San Cristóbal. Zona industrial. Antiguo galpón de textiles. Lo van a encontrar esta mañana. La policía ya fue alertada de forma anónima. No hay cámara. No hay testigo. No existimos.Colgó.Me quedé en silencio, con el teléfono aún en la mano. Afuera, el viento levantaba las hojas en remolinos. Todo parecía igual. Pero no lo era.Juan José estaba muerto.Y yo… lo había mandado a matar.No fui al sitio hasta varias horas después. Llevaba la carta de Beatriz e