230. Tres Pasados para un Presente: Maris, Lombardi y Lunares
Empujaron las pesadas puertas de titanio del "Laboratorio Alfa". Y el aire se les congeló en los pulmones. El interior los dejó sin aliento, no por su tecnología, sino por su sacrílega belleza.
No era un simple laboratorio. Era un templo. Una vasta caverna circular, mitad roca natural pulida hasta brillar como obsidiana, mitad tecnología de vanguardia que zumbaba con una energía silenciosa y opresiva. En el centro, como una joya en el corazón de un dragón, suspendida por cables gruesos de una aleación que no reconocieron y rodeada por un campo de energía que ondulaba como el aire sobre el asfalto caliente, había una inmensa cápsula criogénica de cristal. Y dentro, flotando en un líquido azul pálido que brillaba con luz propia, una mujer.
Era una visión de una belleza tan perfecta que resultaba profana. Tenía el cabello largo y oscuro, con mechones de plata que se arremolinaban a su alrededor como una galaxia capturada en ámbar. Su rostro era de una serenidad atemporal, sin una sola ar