103.

Horas después, mientras intentaba dormir sin lograrlo, Mar abrió la notebook.

Entró a una carpeta oculta.

Reprodujo un video.

Era de hacía meses. Filmado con una cámara pequeña, escondida entre las toallas del baño.

En él, Selene se duchaba.

No hablaba.

No cantaba.

Solo dejaba que el agua le cayera sobre los omóplatos, sobre las caderas, sobre el vientre plano.

Mar pausó en un momento.

Zoom.

El ombligo de Selene.

Una cicatriz en espiral que no había notado antes.

Pequeña. Como un símbolo.

Como un sol cerrado sobre sí mismo.

Mar se mordió el labio.

Y pensó:

"Quizás ahí esté el secreto. En su piel. En su origen. En lo que no me dijo."

Después reprodujo otro video.

Esta vez de la cama.

Selene durmiendo.

Inquieta.

Con las sábanas bajadas hasta las rodillas.

El camisón subido.

Las piernas tensas.

El pubis desnudo.

Mar tocó la pantalla.

Y por un momento, quiso entrar.

Quiso abrirle la piel.

Quiso descubrir qué había más allá del deseo.

🌑 🌊 🐾

Cuando amaneció, fue a una librería esotérica
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