031. ¿Me Matarías si me Desearas?
La noche se había asentado definitivamente sobre la cabaña, una presencia tangible que presionaba contra los postigos de madera. Adentro, el único universo era el que creaba el fuego de la chimenea, un círculo de luz cálida y danzante en un mar de penumbras. El olor a leña quemada se mezclaba ahora con otro, más primario: el de la carne cocinándose.
Florencio se movía en la pequeña cocina con una economía de gestos que hablaba de costumbre. Había encontrado un par de latas de un viejo guiso de lentejas en la alacena y lo calentaba en una olla de hierro sobre una hornalla a gas que protestaba con un siseo asmático. No era una cena. Era combustible. Una forma de anclar sus cuerpos a la realidad después de una tarde en la que sus almas habían estado a la deriva.
Selene lo observaba desde la silla. No había vuelto a ponerse la manta. Seguía con la camisa de él, que olía a pólvora, a sudor y ahora, a ella. Era una mezcla extraña, el perfume de una tregua forzada. Miraba la forma en que él