008. La Red de Mentiras y el Primer Despertar del Miedo
El crujido de la madera, el chisporroteo de la estática en la vieja radio, eran los únicos sonidos que se atrevían a romper el tenso silencio de la cabaña. Las noticias seguían fluyendo, gota a gota, un goteo constante de veneno que corroía la fachada de control de Florencio. Selene escuchaba, sus sentidos agudizados, cada palabra un golpe en su corazón, cada ausencia de nombre una daga. No mencionaban a Mar. Ni a Maia. Ni a su clan. Solo "cuerpos destrozados", "víctimas inocentes", "tragedia incomprensible". La narrativa ya se estaba construyendo, una versión humana, sanitizada, de lo que había sido un infierno.
De repente, la voz de la locutora se volvió más grave, más solemne. "...confirmamos el nombre de una de las víctimas mortales: Abril Mesinas, de 19 años. Su familia, devastada, ha emitido un comunicado...".
El aire se congeló en los pulmones de Selene. Abril. Su amiga, la joven risueña que había visto bailar en la playa, la que había compartido risas con Mar y Maia. Muerta.