El café donde Margo e Isolde se reunieron era discreto, alejado de los sitios habituales de la alta sociedad. Tenía ventanas amplias, cortinas claras y música de fondo que apenas se escuchaba. Perfecto para hablar de cosas que no debían oírse.
Margo llegó puntual, vestida con un conjunto beige impecable, el cabello recogido y el rostro cubierto por unas gafas oscuras. Isolde ya estaba sentada en la mesa del rincón, agitando distraídamente una cucharita dentro de su café.
—¿Qué sabes de Elena Navarro? —preguntó Margo sin rodeos, ni siquiera al sentarse.
Isolde levantó la vista, una sonrisa ladeada asomando en sus labios pintados de rojo sangre.
—Vaya, directo al grano, me gusta, Elena Navarro, antes de convertirse en la escritora revelación, fue sumisa de Dorian, en el Club Rosa Negra.— Isolde apoyó los codos sobre la mesa.
Margo suspiró, eso ya lo sabía, esa información era vieja. Los círculos más selectos y retorcidos de la élite la conocían. Y aunque no era un escándalo pú