Elena sabía que David estaba listo.
La forma en que había tomado el control en el jacuzzi, su firmeza, el dominio pulido y sensual que había desplegado… todo indicaba que el fuego en su interior estaba más que encendido. Y para celebrarlo, pensó en algo a su altura, una presentación oficial en el Aquelarre.
Aquel lugar no era simplemente un club BDSM, era un santuario, el punto de reunión de las élites sensuales, donde cada dominante perteneciente al círculo interno podía, en determinadas fechas, presentar a su sumiso favorito. Esa noche era una de esas, la Noche del Vínculo.
Elena envió un mensaje corto a David..
“Paso por ti, espérame pronto, ropa roja.”
Él respondió solo con un emoji de fuego.
Cuando llegó por él, David ya estaba listo, una camisa de lino rojo oscuro ajustada a su pecho, pantalones de tela gruesa, botas negras, su cabello peinado hacia atrás, sus ojos brillando con expectativa.
El trayecto fue en silencio, pero no incómodo, Elena conducía, seria, elegante, con un v