Ivy
Me pierdo. Me rompo.
El placer explota, me consume, me arranca de la realidad.
Soy de ellos. Cuerpo, alma… todo.
No quiero nada más que esa sensación. Ese vínculo salvaje, animal, indestructible.
Ellos me toman de nuevo. Me marcan de nuevo. Hasta que no sea más que un cuerpo tembloroso en sus brazos, jadeante, vacía, feliz.
Lyam — Kael — Soren
Es nuestra. Definitivamente.
Esta noche no terminará hasta que nuestros cuerpos hayan grabado en ella la eternidad de este vínculo.
La suave luz de la mañana se desliza sobre mi piel desnuda. El silencio reina en la habitación, solo interrumpido por las respiraciones pesadas y profundas de los tres cuerpos que me abrazan.
Lyam está en mi espalda, su mano grande y caliente posada en mi vientre, como un ancla que me retiene a ellos. Kael duerme contra mi pecho, su rostro hundido en mi cabello, sus brazos apretados alrededor de mi cintura. En cuanto a Soren, me mira de frente, sus dedos acariciando distraídamente mi muslo, incluso en el sueño.