Soren
La miro, temblorosa, frágil. Pero esta vez, ya no es miedo. Es esa aceptación que la roza. Esa toma de conciencia brutal.
Me acerco lentamente, deslizo mis dedos por su nuca, sobre esa marca casi invisible que ahora lleva.
— Tu corazón es nuestro. Puedes intentar negarlo, Ivy. Pero este vínculo… es más antiguo, más fuerte que tu voluntad.
Ella gime, sacudida por escalofríos.
La veo caer. El último hilo de resistencia se rompe.
Ivy
Están allí. A mi alrededor. Inmensos, poderosos, inexorables.
Lyam me devora con la mirada. Kael juega con mi piel. Soren ya me posee sin una palabra.
Finalmente bajo las armas. Mis dedos se cierran sobre la camisa de Kael. Mis labios tiemblan, pero murmuro:
— Muéstramelo…
Tres sonrisas feroces se esbozan.
Kael
Gruño, incapaz de esperar más tiempo.
— ¿Quieres la verdad, Ivy? Entonces mira. Siente. Déjate llevar.
Rasgo la tela que la cubre, expongo su piel a las miradas ardientes de mis hermanos.
Ella tiembla, sus pezones se endurecen por el frío… o el