A la mañana siguiente, la amenaza de Elias era solo un recuerdo sangriento. Valeria se levantó temprano, sintiendo la adrenalina de la noche anterior. Vestida con ropa deportiva, se dirigió al gimnasio improvisado en el refugio, lista para iniciar su entrenamiento con Sara.
Demian la interceptó en el pasillo. Estaba impecable, pero sus ojos estaban inyectados de sueño y una nueva y peligrosa posesión: la paternal.
Demian: (Con voz grave y absoluta) "¿A dónde vas, Luz? No irás al gimnasio. No tocarás pesas ni armas. Estás embarazada. Eres la portadora de mi futuro, la madre de mis dos hijos. Tu única tarea es sentarte, comer ese maldito helado de pistacho y ser un templo seguro."
Valeria: (Se detuvo, respirando profundamente. Sabía que esta lucha llegaría) "No, Demian. Acabo de probarte que soy la persona más apta para proteger este futuro. Elías está muerto porque fui lo suficientemente fuerte para tomar una decisión. Soy la Matriarca; no voy a ser una incubadora asustada."
Demian