CAPÍTULO 69: EL ÚLTIMO HOMBRE
Dmitry
Moscú parpadea bajo las hélices del helicóptero privado que me trae desde Vladivostok. Nieve sucia en los márgenes de la autopista; chimeneas escupiendo humo gris; el eterno aliento metálico de la ciudad. Ocho meses: ese es el tiempo que me ha llevado desangrar a la célula oriental de la Triada. La misma cantidad de tiempo que lleva Eden embarazada mientras yo me encargo de la lista.
Queda un solo nombre: Zhao Yun.
Para la Bratva era un socio comercial lejano; para la Interpol, un coleccionista de jade; para mí, el Judas que enseñó a mi padre a mover dinero por los puertos de Tianjin… y que después vendió esos mapas a los chinos. También fue visitante habitual de la casa Blackwood cuando Eden aprendía a andar en bicicleta. El muy cabrón incluso aparece en un viejo vídeo familiar cantándole cumpleaños, ahora financia los intentos de secuestrarla.
El último informe que me llega no trae coordenadas precisas, sólo una convergencia inquietante: Zhao Yun