Capítulo 31

Laura

“Tú me importas”.

Las palabras de Antonio se repetían en mi cabeza desde que las pronunció en su auto, y no dejaron de sonar ni un segundo durante el trayecto a Santa Mónica. ¿Era algún tipo de confesión, o acaso yo quería que lo fuera?

—Deja de mezclar las cosas —murmuré mientras el paisaje urbano daba paso a árboles y casitas—. Claro que le importas, Laura. Es tu abogado. Se preocupa por ti. Nada más.

Suspiré, intentando soltar la opresión en el pecho, pero mi mente traicionera decidió torturarme con otro recuerdo: el calor del cuerpo de Carlos tan cerca, ese aroma intenso de su perfume caro que despertaba memorias de aquellas noches donde compartimos sudor, aire y piel.

Sacudí la cabeza. Cuando salí del refugio hacia el laboratorio, me repetí mil veces que debía ser fuerte, y en cierto modo lo logré. Pero bastó tenerlo tan cerca para que mi cuerpo recordara el sabor de sus besos, la presión de sus manos.

—¿Por qué tienes que ser tan estúpida? —me reproché, limpiando una lágr
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