Lucia
Salí por la brecha en el muro, donde la antigua hiedra finalmente desunió las piedras.
No es un accidente que conozca esta salida.
Es un recordatorio.
Un recuerdo incrustado en la carne.
Una fuga soñada, convertida en paso.
Un secreto que ni siquiera el concreto pudo encerrar.
La he excavado dentro de mí durante años, esta escapatoria.
Invisible.
Silenciosa.
Legítima.
Él cree haberme mantenido.
Contenida.
Encerrada en sus muros, sus juegos de sombras, sus órdenes enmascaradas bajo caricias.
Él aún cree, el imbécil, que puede modelarme a su imagen.
Pero ha olvidado.
Nací en una casa sin cerradura.
Y cada noche pasada a su lado ha forjado las llaves de mi liberación.
Camino.
Sin prisa.
Sin esconderme realmente.
Pero pegada a las paredes.
No para huir.
Para observar.
Para apuntar mejor.
No quiero que me vean.
No aún.
No ellos.
No él.
Quiero sentir que la ciudad me retoma.
Me escupe.
Me reinventa.
Sentir las aceras vibrar bajo mis pies.