Capítulo 37. Los misterios comienzan a esclarecerse.
El lunes comenzó con la tensión suspendida en el aire como una tormenta que se anunciaba, pero no llegaba. En la oficina de presidencia, Sebastián se mantenía frente a la ventana, los brazos cruzados, observando la ciudad sin verla realmente. Había pasado el fin de semana entero con la mente abrumada por el silencio de Melisa. Luego de ver como ingresaba al auto de su ex, ella no respondía sus mensajes. No contestaba sus llamadas, era como si no quisiera saber nada de él...
Había respetado su petición de espacio, lo había hecho como una muestra de confianza. Pero su instinto comenzaba a gritarle que algo no estaba bien. Sobre todo, porque aún podía ver en su mente el rostro roto de Melisa el día que él pronunció ese estúpido discurso para protegerlos a ambos.
Y cuando Daniel, su asistente, ingresó en la oficina con el rostro pálido y una carpeta electrónica en la mano, supo que las noticias no serían buenas.
-- ¿Qué pasó? – le preguntó Sebastián, girando de inmediato al verlo. Daniel c