“Un siempre juntos”
El jardín de la mansión Novak brillaba con esa luz dorada que solo llega al final de una tarde feliz. Las risas infantiles llenaban el aire. Bastián, ahora con nueve años, corría por el césped con sus hermanos menores, los mellizos Emiliano y Aurora, de dos años, mientras Emma, más alta, más sabia a sus nueve parecía ahora mayor que él. Y los observaba desde el columpio, cuidándolos con la dulce paciencia que la caracterizaba desde siempre.
En la terraza, Felipe y Antón compartían una copa con Sebastián mientras que Melisa conversaba con la abuela Cata y don Santiago, quienes no se perdían ni un solo gesto de sus bisnietos.
-- Tienes suerte, hermano – le dijo Felipe mientras alzaba la copa. --Tres hijos, con una mujer como Melisa… ¿Qué más podrías pedir? –
Sebastián suspiró sin quitar la vista de su esposa. Estaba sentada en uno de los sillones de ratán, con un vestido blanco suelto, descalza, riendo por algo que la pequeña Aurora le contaba con un balbuceo incompr