29.

Sirius llevaba las galletas en una bolsita debajo del brazo. Llegamos a la mesa, estábamos al fondo de la cafetería, y nos sentamos ahí. El joven me observó, esperando que yo le dijera algo, pero me quedé callada un momento, analizando lo que me rodeaba.

La cafetería era muy bonita, construida completamente en madera, como casi todo lo de la ciudad. Podía verse pintoresca, coloreada con cal y algunas especies que la hacían lucir un poco infantil a mi parecer, pero el mostrador estaba lleno de panes recién horneados que despedían un agradable olor.

El joven levantó sus cejas hacia mí, presionándome para que hablara, y yo suspiré profundo.

— Es que no sé si debería contarte esto.

Él me observó.

— Bueno, el Alfa Bastian me encargó cuidarte, apoyarte y ser tu amigo de ser necesario. Creo que esto último no es una orden. Sí, me gustaría ser tu amigo. ¿Acaso no te gustaría que fuéramos amigos? ¿Has tenido algún amigo alguna vez?

Yo me encogí de hombros.

— La verdad, sí. Por poco tie
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