182.
Estaba tan cansada. Todo lo que había pasado en un solo día y aún no me sentía capaz de procesar... Era como si estuviera envuelta en Holanda, que me pidiera ordenar mis pensamientos. Como si mis brazos estuvieran atados a los lados de mi cuerpo.
Seguía ahí, de pie, con Lilith a mi lado. La muchacha clausó.
—José Luis, ¿crees que nos hubiéramos llevado bien? —me preguntó—. Si mi madre no te hubiera robado de los brazos de Flagela y ambas manadas no hubieran crecido en esa pensión... ellas eran amigas antes de que sucediera lo que pasó. Tal vez nosotras hubiéramos sido amigas. ¿Crees que hubiéramos podido hacerlo?
Yo me abracé a mí misma de repente, sentí frío a pesar de que la noche era cálida y la luz de la luna comenzaba a brillar, reflejada en las pequeñas hebras de pasto.
—La verdad no lo sé —le confesé con sinceridad—. Nuestras rivalidades empezaron... La verdad, ni siquiera recuerdo cómo, por qué empezó nuestra rivalidad. ¿Tú lo recuerdas?
Ella negó.
—Solo... nunca fuimos muy ce