161.
Con “fuerza” fue la primera palabra que se me ocurrió al intentar describir aquella sensación. Fuerza salió completamente de mi interior, de mi pecho, así como salía mi poder del hielo. De ahí también salió mi loba.
No sucedió... extraño, como si pasara en cámara lenta. El ala de Mordor viajaba hacia mi frente a toda velocidad. Podía ver los ojos abiertos de aquella criatura mirando, aunque no tenía ni iris ni pupila, solamente un rojo brillante, aterrador. Pero yo era consciente, en ese espacio, en ese momento en el que comencé a sentir que mi cuerpo cambió.
La verdad fue doloroso, y me pregunté en ese momento si cada transformación lo sería. Pero esa primera fue especialmente dolorosa. Tal vez porque mi cuerpo tenía que acostumbrarse al cambio, tal vez porque había mantenido aquella sensación mucho tiempo encerrada. Pero me dolió. Y a pesar de que todo parecía lento, fue tan rápida que ni siquiera tuve tiempo de gritar.
Todo mi cuerpo cambió de golpe. Pude escuchar el propio sonido