153.
El muchacho levantó el mentón con orgullo en cuanto su padre lo presentó. Era como un vampiro transformista, solo que tenía los mismos ojos de Mordor: sin iris, solo una mancha roja completa.
—¿Lo procreaste? —dijo Donovan.
—Escuchar algo así —dijo Mordor, acariciando el oscuro cabello del muchacho—. A mí se me hizo extraño.
Aquella escena era como la de un padre y un hijo. Podía ver en la expresión del transformista el amor que sentía por aquel muchacho, y eso me hizo sentir aún peor, porque sabía que mi misión era asesinarlo. A Mordor… y también a su hijo.
—No fue fácil, realmente. ¿Eres su transformista, joven Donovan? Sabes muy bien lo difícil que es encontrar gente de nuestra especie con la sangre tan pura. Intenté encontrar una mujer, una transformista que pudiera llevar en su vientre la semilla de la nueva generación poderosa que yo podría otorgarle. Pero en realidad, no la encontré. La única transformista —al menos en este continente— es Amara, la líder del aquelarre del bosqu