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Aquellas palabras se quedaron prendidas en mí. “Dentro de la grieta”, dijo. Estaba dentro de la grieta, así tal cual. La montaña enorme era la grieta. Cada pequeña abertura por la que Mordor podría escapar, Johanna la había cubierto con un velo.
Pero entonces, ¿así funcionaba el velo? Impedía que cualquier criatura de sus mundos la atravesara. Había podido ver cómo el dedo de aquel vampiro había lanzado chispas cuando por accidente la tocó. Al parecer, por lo que dijo su compañero, no solo no les permitía atravesarla, sino que tal vez los mataba. A menos que se usara aquel líquido inhibidor que había creado aquella empresa hacía tantos años. Ese líquido suprimía nuestros genes, los genes del submundo, y así podían atravesar el velo.
La pregunta que yo me hacía era: ¿entonces por qué Mordor nunca lo había utilizado para escapar? Simplemente tenía que inyectarse con él y salir caminando de la grieta. Pero entendí que tal vez Johanna había hecho algo más. Cuando logramos asesinar al Rey C