85. Pov Niki
Cuando la puerta del edificio se cerró detrás de mí, sentí que el eco se llevaba un poco del peso que había cargado durante todo el día. Era ese cansancio que no solo vive en el cuerpo, sino en la cabeza, en los pensamientos que no paran, en las exigencias que parecen multiplicarse sin compasión. El ascensor subió con lentitud, como si quisiera obligarme a enfrentar cada segundo de agotamiento.
Me miré en el espejo interior: ojos cansados, el cabello medio desordenado, y la expresión de alguien que había sobrevivido a otra batalla con Peterson. Tragué saliva, recordando cómo había gritado, cómo había tirado los documentos, cómo había hecho sentir que nada de lo que hacía era suficiente. Pero entonces pensé en el video que Dan me había enviado unas horas antes, en esos pasitos tambaleantes de Anne, en su risa, en su vocecita, y mi corazón se aflojó.
Cuando salí al pasillo y caminé hacia el estacionamiento, el cansancio siguió allí… pero era distinto. Se volvió más liviano. Como si supi