59. Pov Dan
El sonido del portón automático fue lo primero que escuché.
El auto de Niki entró despacio al garaje, y por un momento me quedé quieto en la cocina, con la espátula en la mano y el olor del pollo asándose todavía impregnando el aire. Eran casi las nueve. Había tardado más de lo habitual en volver del trabajo.
Anne dormía arriba, con un leve ronquido dulce que me tranquilizaba. La fiebre había cedido un poco, y aunque el cansancio se me notaba hasta en los huesos, había algo en esa paz momentánea que me mantenía de pie.
Escuché la puerta principal abrirse. El sonido de sus tacos en el piso de madera, luego su voz suave, casi un suspiro:
—¿Dan?
—En la cocina —respondí, intentando que mi tono sonara normal, cotidiano. Como si todo fuera normal.
Cuando apareció en el marco de la puerta, tuve que hacer un esfuerzo para no quedarme mirándola. Tenía el cabello suelto, algo despeinado, y una camisa beige que se pegaba un poco a su piel por la humedad del día. Llevaba la cartera colgando del