33. Pov Dan
Un sonido me sacó del trance. Estaba en la cocina, revolviendo sin ganas el contenido de una sartén cuando escuché sus pasos. Ligeros, medidos. Los reconocería en cualquier lugar.
Giré apenas la cabeza. Nikita entró despacio, con el cabello húmedo algo desordenado y el rostro todavía tenso. Se notaba cansada, pero igual tenía esa luz que me desarmaba, esa mezcla entre control y vulnerabilidad que me hacía difícil pensar en otra cosa.
—Huele bien —murmuró, dejando la cartera sobre una silla.
—Sí —respondí, intentando sonar casual mientras mi cuerpo reaccionaba solo a su voz—. Quedó algo de la salsa de anoche. Y usé algo de eso para la salsa para las pizzas. Supuse que te gustaría.
Ella asintió, con esa expresión que siempre me descolocaba, como si quisiera agradecer pero no supiera cómo. Se sentó frente a mí, apoyando los codos sobre la mesa, y se quedó mirando el plato. Yo, en cambio, la miraba a ella.
Había pasado la mañana entera intentando distraerme, pero no hubo forma. Cada vez q