21. Pov Dan
Después de dejar que el ruido de la ciudad me tragara, no pude evitar repasar mentalmente la situación. Nikita no era mala con Anne; al contrario, era evidente que le importaba. Cada gesto, cada sonrisa, cada forma en que acariciaba la cabeza de la pequeña lo demostraba. Y sin embargo… yo era el tío, el que tenía derecho por sangre y por la ley. En el fondo, incluso si quería, podría dejar que ella visitara a la niña, pero mi ambición era clara: quería quedarme con la tenencia, quería tener el control sobre lo que sucediera con Anne. Y todo lo que sucedía hasta ahora me servía como argumento: su falta de tiempo, sus compromisos, las amenazas que la tenían alerta y tensa… todo sumaba a mi favor.
Mi trabajo me permitía adaptarme. Pocos podrían estar presentes tantas horas con una bebé sin colapsar, pero yo podía hacerlo, y lo haría. Podía organizar mis horarios, tomar decisiones rápidas, mantener la rutina de Anne estable mientras observaba cada movimiento de Nikita. Para cualquiera, es