El murmullo constante de las impresoras y el tecleo de fondo me envolvían mientras pasaba la vista una vez más sobre los contratos de Clackson. Sentía que las letras empezaban a moverse en círculos, amenazando con transformarse en un borrón ilegible. Había pasado tanto tiempo subrayando cláusulas, verificando fechas, buscando inconsistencias, que me dolía la cabeza solo de pensar que aún faltaban los contratos del 2023.
Me incliné hacia atrás en la silla, estirando el cuello para aliviar la tensión. Fue entonces que escuché un golpe suave en la puerta.
—¿Sí? —pregunté, con la voz más firme de lo que me sentía.
La puerta se abrió y una figura familiar apareció en el marco. Sasha, la esposa del mejor amigo de mi hermano y ex clienta, con un vestido holgado que dejaba en evidencia su embarazo avanzado, sonreía mientras entraba.
—Hola —dijo en voz baja, casi con timidez—. No quiero interrumpirte, justo pasaba por aquí y pensé en saludarte.
Me levanté enseguida, aliviada de tener un respiro del papeleo.
—Por favor, no interrumpes nada importante —mentí con descaro—. Siéntate un momento.Sasha se acomodó con cuidado en una de las sillas frente a mi escritorio. Noté que sus mejillas estaban sonrojadas, aunque no sabía si era por el calor o por el peso de su panza.
—¿Cómo va todo? —me preguntó, mirándome con ese brillo cómplice que siempre había tenido, incluso antes de que ambas nos viéramos envueltas en nuestras vidas caóticas.
Suspiré.
—Adaptándome… —confesé, apoyando la frente en mi mano un instante antes de sonreír—. Con Anne, con el estudio, con todo. Menos mal que tengo al niñero, de lo contrario no sé qué estaría haciendo.Los ojos de Sasha se iluminaron.
—¿Y cómo te está yendo con él?Me sonrojé sin querer.
—Bien…Ella arqueó una ceja y soltó una carcajada suave.
—Ya veo. Es atractivo, ¿verdad?Rodé los ojos, aunque mi sonrisa me traicionó.
—Muy atractivo. Y lo peor es que en la presentación decía que era gay. Pero él me dijo que en realidad es bisexual. Y eso… me confunde.Sasha se inclinó hacia adelante, riendo con picardía.
—¿Confunde o te atrae más?—Sasha… —protesté, llevándome la mano a la frente.
Ella no dejó de reír.
—Está bien, está bien, no te torturo. Pero dime algo: ¿qué tal se maneja con Anne?—De maravilla —admití enseguida, con una sinceridad que me salió del alma—. Apenas lleva un par de días, pero parece conocerla de siempre. La calma, juega con ella, hasta cocina…
Sasha asintió, comprensiva.
—Eso es bueno. Con respecto a lo otro, a veces ponen “gay” en las presentaciones porque muchas familias desconfían de varones heterosexuales como niñeros, creen que habrá un problema. ¿Verificaste sus antecedentes?—Sí, claro. Todo está perfecto. —Me enderecé, casi defensiva, porque en el fondo yo también había tenido esa misma duda al principio.
—Entonces no debes preocuparte —respondió ella, encogiéndose de hombros—. Además, ¿qué mejor que tener niñero y amante en la misma persona?
Abrí los ojos como platos.
—¡Sasha! Eso no es gracioso.Ella estalló en risas, llevándose la mano a la panza como si tuviera que proteger a su bebé de sus propias carcajadas.
—Ay, Nikita, tu cara vale oro.Negué con la cabeza, aunque terminé sonriendo también.
—¿Y tú? —cambié de tema con rapidez—. ¿Cómo va el embarazo?
Sasha suspiró, aunque había una luz suave en su mirada.
—Maravilloso… aunque la verdad es que no lo buscábamos. Tres hijos son mucho.—Ya me lo imagino —dije con una mezcla de ternura y asombro.
—Aunque si es por Steven, tendríamos veinte —añadió ella con ironía, rodando los ojos.
No pude evitar reírme.
—¿Veinte?—Sí, veinte —repitió ella, llevándose un mechón de cabello detrás de la oreja—. Te juro que si fuera por él, no pararíamos nunca.
Ambas reímos, compartiendo esa complicidad femenina que no necesitaba demasiadas palabras.
—Me alegra que lo vivas bien —dije después de un rato—. Al menos parece que lo disfrutas, pese a todo.
—Lo disfruto, sí —respondió, acariciando con ternura su vientre—. Aunque hay días que siento que me parte la espalda y que ya no puedo más. Pero luego lo pienso… y es un milagro.
Asentí en silencio, sintiendo un nudo en la garganta. No pude evitar pensar en Anne, en todo lo que me costaba a veces imaginarme como madre y abogada al mismo tiempo.
Sasha me observó en silencio, como si hubiera leído mis pensamientos.
—Lo estás haciendo bien, Nikita. No lo dudes.Me mordí el labio, conteniendo la emoción.
—Eso intento.Un silencio cómodo se instaló en la oficina. Afuera, el sonido de los teléfonos y las voces de los asistentes eran un recordatorio de que la vida seguía corriendo a toda velocidad. Pero en ese instante, con Sasha allí, sentí que había encontrado un respiro.
Ella se levantó despacio, apoyando las manos en la silla para impulsarse.
—No te quito más tiempo. Sé que tienes toneladas de contratos que revisar.Me reí con cansancio.
—Eso es decir poco.—Bueno, piensa en positivo: al menos tienes niñero, y uno atractivo. —Guiñó un ojo y me dio un abrazo breve, pero cálido.
La acompañé hasta la puerta.
—Gracias por venir. Me hacía falta charlar un rato.—Ya lo sé. —Me acarició el brazo con ternura—. Nos vemos pronto.
La vi marcharse por el pasillo, con su andar lento y firme. Cuando regresé al escritorio, me dejé caer en la silla con un suspiro.
No sabía cómo iba a equilibrar todo: ser madre adoptiva, abogada, mujer. Pero al menos tenía a Sasha recordándome que no estaba sola en esto. Y, aunque me costara admitirlo, también tenía a Dan.
Suspiré, tratando de volver a enfocarme en los contratos, cuando el teléfono de mi escritorio vibró con insistencia. Miré la pantalla. Número desconocido. Dudé antes de contestar.
—¿Sí? —dije, un poco tensa.
Del otro lado, una voz masculina y ronca me heló la sangre.
—Señorita Sandman… debería tener cuidado, mucho mucho cuidado…Un silencio cortante se extendió. Mi corazón comenzó a latir desbocado.
—¿Quién habla? —pregunté, apenas logrando mantener la voz firme.La línea se cortó.
Me quedé con el auricular en la mano, paralizada, mientras un sudor frío me recorría la espalda.