Mantener la mente ocupada y no dar espacio al ocio es elemental para no caer en la locura. Dejas que tu cerebro procese, que tu sistema lo asimile y antes de largarte de lleno al precipicio de la culpa y el remordimiento... Te distraes.
Distracción tras la aceptación es la clave de la frialdad exitosa, la cordura y las energías puestas en el objetivo final: arrasar con la bacteria que me ha podrido la vida.
Después de que la hoja de cuaderno sea un tachón en negro podré hundirme en depresiones y recriminaciones, mientras tanto... De distracciones estará hecho mi mundo.
—¿Qué tono escogerás?
Miro la paleta de colores y me cruzo de piernas.
—Azul zafiro.
La manicurista asiente, agarra los esmaltes en gel dispuesta a culminar la obra de arte que lleva a cabo en mis uñas y en su dedicada labor aprovecho a observar la prenda envuelta en nylon que está recostada en el diván contiguo al mío.
Dorado y azul son sus colores preferidos.
—¿Es un evento formal?
Elevo la taza de capuccino y le do