GIANNA RICCI
—¿Qué va a vender? —preguntó el hombre acomodándose a mi lado y prestándome toda su atención.
—Una casa… donde tuve recuerdos muy lindos, tal vez mis únicos recuerdos felices —agregué y una lágrima cayó por mi mejilla.
—Lo lamento…
—¡Matías! ¡Ahí estás! ¡Te estaba buscando! —exclamó mi padre al vernos, agitando su mano en dirección a mi acompañante.
—¿Es él? —preguntó el hombre a mi lado, reconociéndolo por las migajas de galletas que aún se aferraban a su pecho.
—¡¿Tú vas a comprar la casa de mi madre?! —inquirí alterada y mis ojos se pusieron turbios por las lágrimas que se rehusaban a caer.
—¿Tu madre? —Matías parecía cada vez más confundido.
—¡Ah!, pero si es la monja… ¿Qué haces aquí? —preguntó mi padre riéndose.
—¡Las galletas tienen un costo de tres euros y usted solo le dio uno con veinte a la madre superiora! ¡¿Cómo se atreve a robarle así a una mujer de Dios?! —exclamé limpiándome las lágrimas de las mejillas.
—¿Tanto alboroto por unas galletas? —insistió m