El autor del blog se identificaba como "El Vigilante Nocturno", y el pseudónimo resonaba en la mente de Daniel con la amenaza de una campana fúnebre. No era un simple chismoso de la alta sociedad. La prosa era demasiado precisa, demasiado conocedora de los códigos no escritos del mundo al que Marco pertenecía.
"Fuentes cercanas al ambiente confirman que este misterioso galán opera con una red de contactos que incluye desde divorciadas millonarias hasta viudas de la aristocracia financiera. Su modus operandi es siempre el mismo: aparece cuando menos se le espera, cautiva con una mezcla de inteligencia y sensualidad, y desaparece antes del amanecer, dejando únicamente el recuerdo de una noche perfecta."
Daniel sintió que las paredes de su oficina se estrechaban como los muros de una celda. Cada detalle mencionado en el artículo era una puñalada de precisión quirúrgica. El autor conocía los códigos, los lugares, los rituales. Había estado observando, documentando, esperando el momento pe